Constitución
Estamos como al principio,
conservando el disfraz de siempre:
este dolor tan merecido en el
costado del silencio.
La fragilidad constituye
mi equilibrio y a cualquier asomo de
tempestad caigo en este vacío
tan constante,
en este destino de lágrimas.
Despierto siempre en la misma
avidez de los días y el tiempo
se me vuelve herida en el tic tac
del recuerdo;
pretendo esconder esta
ausencia pintando las grietas
que deja tu nombre en esta
calle corroída de pasado.
Renuncio a este temblor de
no ser de mí y de procrearme en la
trivialidad que deja el asombro
en instantes de vértigo,
Estamos como al principio,
conservando el disfraz de siempre:
este dolor tan merecido en el
costado del silencio.
La fragilidad constituye
mi equilibrio y a cualquier asomo de
tempestad caigo en este vacío
tan constante,
en este destino de lágrimas.
Despierto siempre en la misma
avidez de los días y el tiempo
se me vuelve herida en el tic tac
del recuerdo;
pretendo esconder esta
ausencia pintando las grietas
que deja tu nombre en esta
calle corroída de pasado.
Renuncio a este temblor de
no ser de mí y de procrearme en la
trivialidad que deja el asombro
en instantes de vértigo,
mientras la soledad aclama su
espacio en esta atmósfera de
paranoia compartida.